Hoy en día hablar sobre tipografías feas, bonitas, mal usadas… es algo habitual, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez nos comunicamos menos escribiendo a mano, o incluso verbalmente y hacemos uso de emails, mensajería instantánea, etc. Dependemos de cómo se plasman esas palabras en una pantalla cada vez más y por ello las fuentes tipográficas tienen cada día que pasa más importancia.
Han dejado de ser una cuestión de diseño artístico, publicitario o editorial a la que sólo los expertos le hacían caso y cada vez su estética es algo que se discute entre la gente que hace un par de décadas no le hubieran hecho el más mínimo caso. Existen miles de chistes sobre la Comic Sans, la Papyrus y ya se empiezan a vislumbrar los propios con la Arial. Y esto se debe a que el gran público ya sabe que no toda fuente vale para cualquier ocasión, del mismo modo que no hablamos igual en todos los ámbitos.
Pero mucho antes de que las tipografías fuesen un asunto de discusión pública, los especialistas ya discutían sobre sus características, uso y, lo que nos ocupa hoy, clasificación.
Por supuesto, hubo más de una clasificación, acuñar términos y sentar cátedra es algo que siempre le ha gustado a los señores serios.
Uno de los más populares fue Francis Thibodeau, que determinó una clasificación muy interesante basada en la evolución histórica y la relación entre el serif y las astas (los trazos verticales más largos, como en el caso de P). Pero la que voy a explicarte es la de Maximilien Vox, una clasificación exhaustiva que tiene en cuenta todos los aspectos de la tipografía y es la que usa la Asociación Tipográfica Internacional (ATypl).
¡Agárrate porque la lista no es corta!
Romanas
Humanas
Son las tipografías que se inspiran en la escritura de los humanistas. Con una fuerte influencia en las mayúsculas de los grabados latinos y con minúsculas cogen muchos aspectos de las escrituras carolingias.
Tiene trazos que recuerdan mucho a la escritura en pluma y un aspecto, como puedes suponer por su nombre, muy inspirado en la cultura clásica.
Las humanas se caracterizan por a penas diferenciar el trazo grueso y el fino, esto se ve especialmente en que la letra “A” es casi simétrica, dándole uniformidad a la tipografía. Otro de sus aspectos diferenciadores es el filete inclinado en la “e” y otras letras de caja baja, todas con ascendentes oblicuos y trazos terminales. Las de caja alta, por otra parte, tienen la misma altura que que las letras ascendentes (b).
Estas tipografías se suelen diferenciar por los trazos terminales muy marcados, como se puede ver en la base de la letra “T”.
Son, por lo tanto, tipografías de corte muy sofisticado y estable, que siempre dará un aspecto clásico.
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Garaldas
Llamadas así por Claude Garamond (seguro que os suena), son tipografías derivadas de las humanas pero quitándole más contraste a los trazos gruesos y finos.
Que estén basadas en las anteriores no significa que tengan los mismos rasgos. La “e” pierde su inclinación y las terminaciones de las letras ya no tiene ese aspecto de escritura con pluma. Esto hace que al perder algunos detalles en los remates, las minúsculas de palo alto lleguen a ser tener más altura que muchas mayúsculas.
Con las garaldas podemos transmitir el aspecto clásico de las humanas con una figura más atemporal, menos refinada y más equilibrada.
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Reales
Estas tipografías rompen con el clasicismo y la simetría de las anteriores perdiendo así el aspecto arcaico reminiscente del mundo latino.
Se empiezan a ver trazos finos mezclados con gruesos que terminan en detalles más angulosos. Además, los anillos (como por ejemplo en “o”, “g”, “d”, etc) tienden a la verticalidad, a veces total, a veces sólo parcial.
Al usar las reales darás un aspecto formal, aunque no tan clásico y refinado como en los tipos anteriores, sin olvidar que suelen ser tipografías muy legibles por el contraste entre los trazos y las terminaciones más dinámicas que hacen se canse poco la vista.
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Didonas
Mientras que las tres anteriores podríamos clasificarlas dentro del grupo de las tipografías tradicionales, Didot y Bodoni inauguraron las modernas con las tipografías que ahora llamamos didonas.
Las reconoceréis fácilmente por el fuerte contraste entre trazos gruesos y finos, además de su verticalidad y los serifados muy rectos y delgados.
A pesar de ser la primera de las modernas, puede resultar menos atemporal ya que la fuerte personalidad de las didonas remite rápidamente a la cultura decimonónica y da una imagen de elegancia y sofisticación. ¡Sólo tienes que mirar el logo de Vogue!
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Mecanas
Las mecanas (o egipcias) son las primeras tipografías nacidas tras la revolución industrial, diseñadas especialmente para rotulaciones y publicidad.
Tienen una presencia muy fuerte porque a penas presentan contraste entre los trazos, siendo generalmente muy gruesos. Este mismo grosor presentan los trazos terminales, por eso reciben el nombre de slab(losa/bloque)-serif, que verás que es más que merecido en la letra “A”.
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Lineales
Para terminar tenemos las lineales, o como las llamamos realmente, sans serif. Las fuentes de palo seco, como sería correcto llamarlas en castellano, se suelen dividir en:
Grotesque
Por supuesto, carecen completamente de remates, al igual que todas las sans serif. Existe un ligero contraste entre los grosores del trazo, aunque es muy sutil. Tiene vértices planos, como por ejemplo en “A” y además presentan a menudo (aunque no siempre) un ojal abierto en la letra “g”, como las mecánicas y la misma presenta una uña en la base de su contraparte de caja alta “G”.
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Geométricas
Las geométricas son tal vez las tipografías más comunes, ya que al estar contruídas basándose en líneas rectas y figuras geométricas básicas, facilitan mucho la lectura, además de tener un contraste entre trazos ligero pero suficiente para evitar la monotoneidad.
Al contrario que las grotescas, la “A” tiene un vértice puntiagudo y la “g” no ascendente.
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Humanistas
Son las versiones de palo seco basadas en las humanas y las garaldas, ya que están fuertemente inspiradas por la escritura de los siglos XV y XVI.
Se puede ver un contraste medio entre trazos gruesos y finos, aunque es sutil y se caracterizan por tener una “a” ascendente y una “g” descendente.
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El último grupo sería el de las tipografías de inspiración caligráfica.
Son menos usadas, ya que no tienen una lectura fácil, pero dotan de una personalidad muy fuerte a títulos y rótulos.
Las scripts son aquellas que pretenden similar la escritura manual caligráfica. Es la más variada, ya que hoy en día es muy fácil usar la escritura de una persona para crear su propia tipografía.
Las manuales en cambio, son las que pretenden simular una escritura real, muchas veces imitando las imperfecciones que pueden resultar por el uso de determinados materiales, como por ejemplo, un rotulador permanente. Al contrario que las script, no se inspiran en la escritura manual, sino que pretende simularla.
Aunque este artículo sea un poco más denso, espero que te haya servido para saber diferenciar los pequeños matices entre las tipografías y empezar a detectar dónde puedes verlos. Tal vez prefieras las «g» descendientes, a las de caja abierta, o puede que las A no terminen de gustarte si no tienen un pico. Dime en los comentarios si te ha servido para conocer mejor tus gustos o saber cómo transmitir la personalidad de una marca con sus tipografías, ¡tengo muchas ganas de leerte! 🙂