Empezando el año sin propósitos

Con el año nuevo y la cuesta de enero, lo que suele pasar es que durante un periodo de tiempo cada uno y muchas veces en común, nos ponemos planes, estrategias, objetivos para intentar mejorar cualquier aspecto de nuestra vida. Los propósitos de año nuevo, que los llama todo el mundo. Dejar de fumar, hacer más deporte, trabajar más duro, estudiar idiomas.

Mi propósito de año nuevo es no ponerme ningún propósito este año. Disfrutar de las cosas según vengan, dejar de pensar que lo importante es urgente.

Este año los únicos planes que tengo son con mi pareja, pasar el máximo tiempo juntos y disfrutar de verdad. Abandonar la angustia por tomarme tiempo para mí y dejar de permitir que la agenda me controle.

Por supuesto, esto no significa dejar de tener el control de mi vida ni abandonar mis proyectos. Pero puedo afrontar esos diseños que se han alargado de otra forma, aceptando que no es urgente, que puedo disfrutar del viaje.

Y este año pasado ya me di cuenta de que gran parte de este disfrute lo robaba el tiempo que yo dedicaba a las redes sociales y por suerte, borrar mi perfil de Facebook fue una buena decisión que extenderé a este año e incluso reduciré el tiempo que le dedico a Instagram. No desapareceré, por supuesto, pero reducir el tiempo en esa plataforma me ayudará a enfocar mi vida como yo necesito: Mirando menos y observando más.

Estar menos pendiente del camino que estoy tomando y más de los pasos que doy. Hacer propósitos para este año sería inútil, porque lo que quiero es lo contrario: Aceptar lo inesperado, las nuevas experiencias. Que los retos dejen de ser en lo personal y sean , ¡y a esto tú me puedes ayudar!, en lo profesional.

¿Y tú cómo has empezado este año?, ¿has elegido ponerte propósitos?, estaré encantada de leerte en los comentarios 🙂

¡Somos diseñadores!

Hoy me quedo con la frase que he tenido el gusto de leer en la página web de Lavernia & Cienfuegos, el estudio de Nacho Lavernia y Alberto Cienfuegos:

Sabemos qué es una marca y cómo se construye, pero no hacemos branding. Entendemos perfectamente el brief y conocemos el mercado, pero no hacemos marketing. Manejamos la estrategia como una clave de los proyectos, pero no hacemos gestión estratégica. Queremos centrarnos en el núcleo de nuestra actividad: la creatividad, sin dispersiones. ¡Somos diseñadores!

Cuando acabamos los estudios y nuestra formación en diseño no nos planteamos estas cuestiones. Hacemos todo lo que nos piden, la máxima «el cliente siempre tiene la razón» resuena en nuestra cabeza. Y esto nos suponen barreras creativas que cohiben nuestras ideas, muchas veces sin darnos cuentas, y otras muchas dejando que sea el cliente quien decida sobre aspectos de los que realmente no tiene conocimientos suficientes para decidir…

¿Qué opinas?

*fotografía de Dani Carbonell para DissenyCV