Recuperando viejas pasiones y encontrando nuevas

En el anterior artículo te hablé sobre el trabajo que tenemos que hacer cuando nuestra mente no funciona como debería. Y es una posición en la que a nadie le gusta estar, pero una vez allí, somos capaces de salir mejor de lo que hemos entrado.

Algunos de esos pensamientos que te comenté no sólo pueden hacer que nuestra salud mental se resienta. Nos pueden afectar de forma más sutil. Poniendo límites a lo que creemos que somos capaces de hacer y haciendo que se nos olvide por qué seguimos haciendo lo que nos gusta.

En mi caso, dejé de tocar el piano hace demasiado tiempo. Siempre ha sido algo que me ha motivado y de lo que he disfrutado, pero puse demasiadas cosas por delante y lo abandoné hasta convencerme de que era tarde para volver a tocarlo.

Puede que por el trabajo, por nuestras obligaciones, dejemos de lado lo que disfrutamos hasta ni siquiera recordar en nuestro día a día que lo hacíamos. Se queda en un hueco al fondo del cerebro diciéndonos “Tú antes solías hacerlo.” y se transforma en algo negativo, en un sentimiento de culpabilidad en vez de un recuerdo positivo.

Por suerte para mí (y para ti si es tu caso), la solución es muy sencilla: ¡Volver a tocar el piano! Ignorar el no tengo tiempo, el ya no sabré hacerlo y simplemente ponerse a ello.

Pero estos pensamientos negativos no sólo te obligan a dejar de lado aquello de lo que disfrutas, también simplemente te impiden hacerlo en primer lugar.

A mí se me metió en la cabeza que no sabía dibujar. Que era algo para lo que no servía. Y aquí sí es importante aceptar que tal vez sea verdad. Puede que yo no sea la mejor dibujante que ha existido, puede que estés por debajo de la media haciendo algo que te apetece. Pero, ¿y qué? No podemos dejar de lado nuestras aficiones, hobbies, lo que disfrutamos, simplemente por no ser los mejores.

Cuando tienes una profesión creativa se te mete en la cabeza que si no puedes ganar dinero con ello, vale la pena centrarse en tus talentos que realmente vas a poder capitalizar. Yo me centré en el diseño dejando totalmente de lado el dibujo, aceptando que simplemente, no era algo que podía hacer bien. Ese pensamiento hace que nuestro mundo y nuestras posibilidades se estrechen. Y que cuando algo falla en aquello que teníamos por seguro, todo se derrumbe.

Puede que nunca sea la mejor pianista o dibujante que exista. Poco puedo hacer yo al respecto. Pero lo que sí puedo hacer es que esos aspectos de vida dejen de ser límites o pensamientos negativos para ser una válvula de escape y una fuente de diversión.

Estoy segura de que tú también has pensado lo mismo, te ha dado miedo empezar algo o retomarlo porque crees que no podrás, pero te aseguro que si dejas de centrarte en cómo se te da y te centras en cómo te sienta, pensarás que tendrías que haber empezado (o vuelto) antes 🙂

Deja un comentario